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La Guerra Política en la Estrategia de Seguridad Nacional y de Defensa de EE.UU.


Recientemente, la Administración del Presidente estadounidense Donald Trump, hizo publicó La Estrategia de Seguridad Nacional y la Estrategia de Defensa Nacional, documentos oficiales que traza con claridad el cambio en Estados Unidos de la lucha antiterrorista a la disputa clara y frontal contra otros Estados claramente identificados como enemigos, siendo estos China, Rusia, Irán y Corea del Norte. Sin embargo, los responsables de la política estadounidense deben estar preparados para que gran parte de éste enfrentamiento ocurra a un nivel no convencional, ya que los costos de la guerra convencional y nuclear muy seguramente serían catastróficos.


La estrategia estadounidense ha ido evolucionando desde un enfoque posterior al 11 de septiembre contra el terrorismo liderados por grupos como Al Qaeda y el Estado Islámico (EI), hasta el enfrentamiento contra adversarios Estatales. Como señala la Estrategia de Defensa Nacional en su párrafo de introducción : "la competencia estratégica interestatal, no el terrorismo, es ahora la principal preocupación de la seguridad nacional de los EE. UU.". Este cambio tiene implicaciones significativas para el ejército estadounidense ya que indica una necesidad de mejorar sus capacidades para luchar y ganar posibles guerras contra China, Rusia, Irán y Corea del Norte en caso que las acciones políticas y disuasivas fracasaran.


Aunque es prudente prepararse para una guerra convencional e incluso nuclear, los riesgos de conflicto generan resultados asombrosos y poco alentadores para los Estados beligerantes. Son numerosos los juegos de guerra y de análisis de conflictos de Estados Unidos con Rusia en los países bálticos, contra China en el Estrecho de Taiwán y en el Mar Meridional de China, y contra Corea del Norte en la península coreana, los cuales sugieren la posibilidad de al menos, decenas de miles de muertos y miles de millones de dólares en daños económicos. Además, exponen que estos conflictos podrían derivar en una guerra nuclear, pudiendo elevarse el número de muertos a cientos de miles o incluso millones.


Un análisis presentado por la Corporación Americana de Investigación y Desarrollo (RAND, por sus siglas en inglés) titulado: "Guerra con China: pensar a través de lo impensable" (2016), expone por ejemplo que una guerra de EE. UU. con China podría reducir el producto interno bruto (PIB) de China entre un 25 y un 35 por ciento y el PIB de los Estados Unidos entre un 5 y un 10 por ciento, así como ambos sufrirían pérdidas militares sustanciales en bases, fuerzas aéreas, fuerzas navales de superficie y submarinos; un trastorno político significativo en el país y en el extranjero; y un gran número de muertes civiles.


Bajo esta planteamiento, podría pensarse que probablemente estos costos y riesgos den pausa a Washington, Moscú, Pekín, Teherán e incluso a Pyongyang, planteando varias preguntas. ¿Disminuirán estos altos costos la posibilidad de una guerra convencional y nuclear? Si es así, ¿cuáles son las implicaciones para los Estados Unidos entendiendo que sus nuevas directrices de seguridad y defensa nacional se enfocan en el aumento de rivalidad contra los Estados antes mencionados?


Una guía útil e histórica para evaluar las interrogantes es el período de La Guerra Fría. Los planificadores de la OTAN se prepararon para una posible invasión del Pacto soviético y de Varsovia a Europa occidental. Por ejemplo, el ejército estadounidense desplegó fuerzas en Fulda Gap, área entre la antigua frontera interior alemana y Frankfurt am Main, que contiene dos corredores de tierras bajas a través de los cuales los tanques podrían haber conducido un ataque sorpresa por los soviéticos y sus aliados del Pacto de Varsovia. La OTAN también planeó una guerra nuclear y los Estados Unidos construyó su arsenal nuclear y adoptó estrategias como la destrucción mutuamente asegurada (MAD, por sus siglas en inglés), concepto que supone que un uso a escala completa de armas nucleares por parte de dos o más lados opuestos provocaría la aniquilación tanto del Estado atacante como Estado defensor.


A pesar de esas preparaciones y planes de guerra, la amenaza de costos tan elevados disuadió el conflicto, aún bajo ciertas situaciones de alta tensión ocurridas entre Estados Unidos/OTAN y la URSS/Pacto de Varsovia. Tal es el caso durante la Crisis de los Misiles Cubanos de 1962, las dos superpotencias estuvieron a punto de entrar en guerra luego que un avión espía estadounidense tipo U-2, tomara fotografías de misiles nucleares balísticos de rango medio e intermedio (MRBM e IRBM) en construcción en Cuba. El clímax de la guerra se disipó después que Washington y Moscú finalmente evaluaron que el conflicto directo era demasiado costoso generándose como resultado final, un acuerdo favorable para ambos según sus intereses para ese momento. Sin lugar a dudas, hubo una disuasión sostenida.


Estas apreciaciones de costos, no impidieron que Estados Unidos y la Unión Soviética participaron en una intensa competencia de seguridad a un nivel no convencional en América Latina, África, Asia y Europa. Ambos países respaldaron a los grupos políticos y a diversos Estados para expandir su poder e influencia. Bajo la Doctrina Reagan, por ejemplo, Estados Unidos proporcionó asistencia abierta y encubierta a gobiernos anticomunistas y movimientos de resistencia para hacer retroceder a los partidarios comunistas. De igual manera, los soviéticos apoyaron a Estados y a grupos políticos de interés bajo un enfoque llamado por funcionarios de la KGB, como "medidas activas" o "aktivnyye meropriatia", las cuales actuaron como un instrumento ofensivo de la política exterior soviética para extender la influencia y el poder de Moscú en todo el mundo, incluso en Europa.


A diferencia de la Guerra Fría, los Estados Unidos se enfrentan hoy a múltiples adversarios estatales, no a uno. Así lo fundamenta la Estrategia de Defensa Nacional en su sección introductoria:"Hoy, estamos saliendo de un período de atrofia estratégica, conscientes de que nuestra ventaja militar competitiva se ha ido erosionando. Nos enfrentamos a un desorden mundial cada vez mayor, caracterizado por el declive en el orden internacional basado en reglas de larga data, que crea un entorno de seguridad más complejo y volátil que todos los que hemos experimentado en la memoria reciente" y donde los desafíos centrales para la prosperidad y la seguridad de EE. UU. "es el resurgimiento de una competencia estratégica a largo plazo". lo que la Estrategia de Seguridad Nacional clasifica como poderes revisionistas.


La Guerra Política


Según los resultados expuestos en informes y documentos oficiales sobre los costos y riesgos probables de la guerra convencional y nuclear con China, Rusia, Irán y Corea del Norte, gran parte de la competencia probablemente no sea convencional obligando a los Estados Unidos a seguir haciendo uso de lo que en 1.948 el ex diplomático del Departamento de Estado (DoD, por sus siglas en inglés) George F. Kennan denominó "guerra política" por medio de su documento de clasificación Ultra Screto (para ese entonces) "Sobre la organización de la guerra política". El término guerra política se refiere al empleo de medios militares, de inteligencia, diplomáticos, financieros y de otro tipo, a excepción de la guerra convencional, para lograr objetivos nacionales. Puede incluir operaciones abiertas como transmisiones públicas y operaciones encubiertas como guerra psicológica y apoyo a grupos de resistencia clandestinos.

Para el mundo no es un secreto que tanto los Estados Unidos como sus adversarios, hoy en día ya están involucrados en la guerra política, mediante la utilización de una gran variedad de medios para perseguir sus intereses, tales como programas cibernéticos ofensivos tecnológicamente sofisticados; actividades de ciberespionaje contra objetivos militares, gubernamentales y empresariales mediante activos propios y/o de terceros; acciones encubiertas y operaciones psicológicas; operaciones de guerra mediática a través de internet, las redes sociales y los diversos medios de comunicación. También se han vuelto cada vez más activos en apoyar actores estatales y subestatales en países de interés alrededor del mundo; en la explotación de las fisuras políticas, económicas y sociales europeas, latinoamericanas, africanas, asiáticas y transoceánicas. Empleo de sanciones económicas a países, personalidades, instituciones y organizaciones. Incluso con el apoyo oculto, a actividades ilegales y criminales (narcotráfico, tráfico de armas y bioquímicas, tráfico de combustible, paramilitarismo) que contribuyan a desmembrar la estabilidad política, social y económica de un Estado de interés.

Comprendiendo que la guerra política está viva, se pueden considerar las siguientes implicaciones que se genera en la Estrategia de Defensa de los Estados Unidos, según las políticas ya establecidas.

  1. Paralelamente al reimpulso a sus fuerzas armadas para lograr el máximo nivel operacional a nivel mundial y mantener su hegemonía imperial, Estados Unidos desarrolla acciones para que se produzca una competencia contra los Estados enemigos a un nivel no convencional, ya que los costos y riesgos de la guerra convencional y nuclear pueden ser prohibitivos. A pesar de ello, se observa que el ejército estadounidense se concentra principalmente en prepararse para la guerra convencional o nuclear con los competidores estatales modernizando la tríada nuclear, construyendo capacidades espaciales más resistentes, adquiriendo sistemas antiespaciales más efectivos, equipando a las fuerzas estadounidenses con armas de alta tecnología y enfatizando su educación profesional para la guerra convencional, pudiendo esto socavar la preparación y capacidades no convencionales de Estados Unidos.

  2. Incluso las organizaciones que ya participan en algunos tipos de guerra política, como el Departamento de Estado, el Comando de Operaciones Especiales de los EE. UU. y la comunidad de inteligencia de EE. UU., cambiarán su enfoque del contraterrorismo a la guerra política contra sus Estados enemigos o de interés. Esto se evidencia como por ejemplo, en la gira que actualmente adelanta por Argentina, Colombia, Jamaica, México y Perú el Secretario de Estado Rex Tillerson, teniendo como punto más relevante a tratar con los respectivos gobiernos, posibles sanciones petroleras por parte de Estados Unidos contra Venezuela, dentro del marco de la guerra económica impuesta y bajo el pretexto de la existencia de crisis humanitaria y de dictadura en dicho país.

  3. Estados Unidos invertirá en recursos y capacidades que permitan a los militares y otras agencias del gobierno de EE. UU. la mejora de las capacidades para llevar a cabo operaciones cibernéticas ofensivas, así como, defensivas que les permita contener y/o minimizar los ataques cibernéticos generados por los Estados enemigos.

Sin lugar a dudas que la guerra política estadounidense bajo la Administración actual, seguirá desenvolviéndose con mayor profundidad y agresividad en todo el abanico de ámbitos presentes, en procura de alcanzar el principal objetivo del Presidente Donald Trump, que los Estados Unidos sea el país hegemónico del orbe, lo que genera al mismo tiempo, reacciones inmediatas y agresivas contra dicha política, por parte de cada uno de los Estados enemigos. El juego de la Guerra Política continúa.

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